"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 28 de agosto de 2015

Curso express de hidráulica

Escribe Susana Merlo

Lo que no se logró con años de pérdidas de todo tipo, y con reclamos, más o menos insistentes, se está consiguiendo ahora en unas pocas semanas con lluvias torrenciales. Es que el agua se coló a pleno en la campaña política y los candidatos que hasta no hace mucho parecían impermeables a estos temas, de golpe se están viendo en la necesidad de tener que salir a decir algo, a explicar porque después de tanto tiempo (y con la misma administración), las obras aún no están completadas, y no se sabe que pasó con los fondos que se habían previsto para hacerlas.

Por supuesto que ahora tampoco hay tiempo para recuperar ni minimamente el atraso, y que de aquí a las elecciones de octubre es poco y nada lo que se puede avanzar efectivamente. Sin embargo, los políticos, sobre todo los bonaerenses, saben que el tema de las inundaciones es un punto flojo, inevitable, y que va a ser usado por los opositores para pegar, sabiendo que se trata de uno de los aspectos más vulnerables.

Mala coyuntura, sin duda: fin de ciclo, fenómeno de El Niño aparentemente a pleno, y elecciones justo en primavera, uno de los momentos (con el otoño siguiente) en el que el fenómeno se expresa con mayor magnitud, o sea, con lluvias más abundantes.

El asunto es que el tema no es nuevo. Ni El Niño, un proceso histórico, ni las inundaciones periódicas. Por caso, un trabajo de CADIA (Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos) dice que: “en diciembre de 1890, el desborde del arroyo Cañada en Córdoba dejó 200 muertos y miles de heridos y damnificados.
La crecida del río Uruguay en abril de 1959 dejó un saldo de 13 muertos y miles de evacuados.
En marzo de 1983 la inundación de Victoria, Entre Ríos con miles de evacuados y un millón de hectáreas anegadas.
En Formosa, en mayo de 1983, el río Paraguay alcanzó una marca de 10,73 (70.000 evacuados). Buenos Aires mayo de 1985: Cayeron 300 mm en menos de 24 horas (600.000 afectados, 15 muertos).
En San Carlos Minas, Córdoba en enero de 1992 el desborde del arroyo Noquinet dejó un saldo de 45 muertos.
En Pergamino, provincia de Buenos Aires, el 7 de abril de 1995 una lluvia intensa durante 3 horas produjo la muerte de 3 personas y 13.000 evacuados.
Santa Fe abril de 2003: el Salado desbordó y en pocas horas inundó a más de la mitad de la ciudad (60.000 evacuados y 130 muertos)
En Buenos Aires en abril de 2013 cayeron 160 milímetros, murieron 8 personas y hubo 1000 evacuados.
"En el mismo año en La Plata miles de damnificados y una centena de muertos”.

También se podrían mencionar las lluvias extraordinarias de Pascua del ’98 (700 mm en dos días) que amenazaron con anegar la ciudad correntina de Goya, y otras tantas más.

El hecho es que en la historia de las últimas décadas fueron varios los casos, aunque los más recordados por los más graves daños económicos, se refieren a los que ocurrieron en el corazón de la Pampa Húmeda con desbordes del Río V que, desde Córdoba inundaba el nor-noroeste de Buenos Aires.
Naturalmente los excesos del Salado a lo largo de todo su cauce y también la Laguna La Picaza, en el sur de Santa Fe, cuyo derrame también confluía sobre el norte bonaerense.

Estos últimos determinaron el acuerdo inter provincial que concluyó con la elaboración a fines de los ´90, del Plan Maestro, obra de 3 tramos, que serviría para normalizar, al menos, esta parte de la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, a poco de iniciarse comenzaron las alteraciones, de hecho, la parte nacional no registra avances desde 2008, y el fondo que preveía recursos “específicos” para estas obras los perdió por votación del Congreso que aprobó la “inespecificidad” de parte de los mismos.

Al momento, solo se completó el primer tramo (aguas abajo), y una parte del segundo, mientras que el resto está pendiente e, incluso, varias obras complementarias se abandonaron.

Recursos del Fideicomiso de Infraestructura Hídrica.
Período 2001-2011.
Asignación por área de gasto.

Año   Areas rurales           Areas urbanas
2001  $ 47.781.256,06       $ 0,00
2003  $ 224.122.875,36     $ 0,00
2005  $ 684.325.095,68     $ 0,00
2006  $ 0,00                       $ 3.985.215,98
2007  $ 0,00                       $ 248.353.355,10
2008  $ 0,00                       $ 35.122.857,04
2009  $ 23.153.185,29       $ 437.720.526,50
2010  $ 12.092.055,00       $ 110.481.699,00
2011  $ 3.710.566,83         $ 237.846.290,70

La complejidad del trabajo ya había sido planteada, en 1884 por Florentino Ameghino, de las Secas y las Inundaciones en la Pampa, y entre sus conclusiones más importantes señalaba:
“Cubrir la llanura bonaerense de represas, estanques y lagunas artificiales combinadas con canales y plantaciones de arboledas en gran escala sería indudablemente una obra más colosal que la proyectada de desagüe simple e ilimitado, pero de resultados benéficos que permitirían un enorme desarrollo de la ganadería y la agricultura que no estarían ya expuestas a los azares de las inundaciones y las secas, y aumentarían de un modo extraordinario el valor de las tierras en beneficio de cada uno y de la comunidad; mientras que el proyecto de desagüe simple e ilimitado no tan sólo no reportaría tales ventajas sino que por razones que acabo de manifestar, creo daría resultados desastrosos”(CADIA 2015)

El punto es que, además de las obras inconclusas, ante el “Estado ausente, proliferaron los canales clandestinos para drenar anárquicamente las aguas (que luego se necesitan en épocas de seca), mientras que los reservorios naturales en muchos municipios (lagunas, etc.) se mantienen colmatados para su aprovechamiento turístico y deportivo, y no como salvaguarda para los excesos hídricos, y no hay nadie que finalmente controle todo esto.

Así las cosas, el agua le explotó en la cara a los candidatos que deberán cursar a paso redoblado Hidráulica I y II, aunque sea para intentar respuestas que no existen, igual que los legisladores que votaron la inespecificidad de los fondos que debían aplicarse a evitar que la provincia y el país siguieran perdiendo cantidades extraordinarias de recursos humanos y económicos.

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