"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 23 de mayo de 2016

UN MUNDO POSIBLE

El mundo es un concepto abstracto que el hombre realiza con su existencia.
Este realizar corresponde tanto a la previa transformación del concepto en real, como a la realización momento a momento de un universo complejo y movilizante, que muta con el pensar, el sentir y el hacer del hombre.
Por eso el mundo se convierte en un hacer humano.
En una interacción permanente, al mismo tiempo que construyen su existencia, los hombres construyen su mundo.

Esto cambia la concepción tradicional que sostenía que tanto el mundo como la naturaleza están hechos para el hombre y a la medida del hombre.
El mundo está hecho por el hombre, que aun hace lo que no puede y lo que no debe hacer.
El camino de su construcción está determinado, en mayor o menor medida por el comportamiento humano.
Y muchas de las supuestas realizaciones naturales, no son más que la consecuencia de la acción humana.
La naturaleza es inmutable, no permite una segunda vez, y a cada causa desencadenará inexorablemente un efecto.
Un único y mismo efecto para cada caso similar.

La experiencia debería servir al hombre para comprender que no puede cambiar los principios naturales y que siempre que produzca "a" saldrá "b".
Como bien dijo el poeta, cada vez que sembré rosales, coseché rosas.
¿Pero que mundo será posible?
En verdad hay muchos mundos posibles y dependerá de la actitud y el comportamiento que asumamos ante la realidad.
En principio hay que diferenciar lo posible de la posibilidad, lo posible es un potencial, aquello que según que circunstancias y que condiciones se impongan se producirá, la posibilidad  es la aptitud, potencia o actitud para ser o para suceder en el orden de las cosas, o de hacer o no hacer en el orden de la voluntad.

También se diferencia de lo probable, considerado como lo más verosímil, o en otro sentido, lo que se puede probar.
Vale decir es aquello que se cree verosímil o que va a suceder apoyándose en buenas razones, computando los datos correctos y haciendo una proyección de los mismos hacia el futuro.

En este orden de cosas, las previsiones para un mundo futuro son inciertas y complejas.
Es verosímil creer hoy con las condiciones que imperan, y con la proyección de las ideas, el sentir y el deseo del hombre, que tendremos un futuro de paz y armonía social.
Evidentemente no. Si no se produce un cambio sustancial tanto en el pensar como en el actuar de la gente, seguirá esta escalada de menor a mayor y de mayor a menor de rencillas, odios, discriminaciones, pequeñas guerras y batallas tanto culturales como ideológicas y físicas.
Es verosímil creer que tendremos en el futuro un mundo de bondad, solidaridad, y amor entre los hombres.
Se hace difícil asegurarlo.
Tropezamos con dos cuestiones elementales que hacen a la base y fundamento de la cuestión.

La primera es la libertad, que puede ser ejercida para mejor o para peor, para bien o para mal, para lo correcto y lo incorrecto, para lo justo o lo injusto.
La segunda es el deseo de poder y de riqueza que anida en el corazón de los hombres y el lugar que ocupa el mismo, en la jerarquía de valores personales de cada uno.
Para que sea posible un mundo mejor, debe primar la igualdad, cada hombre y cada grupo social debe tener las mismas posibilidades y las mismas condiciones, y las diferencias deben surgir de la conducta y la voluntad de cada uno, en querer crecer de determinada manera.
Mientras no existe igualdad en las condiciones de los grupos, de las comunidades y de las naciones, será inexorable que haya contiendas, discriminaciones y autoritarismos.
Por eso creemos que un mundo posible es un mundo de paz, de amor, de solidaridad, de armonía y equilibrio.
Pero la probabilidad que eso sucede, sólo crecerá en tanto y en cuanto cambie el sentir y el actuar de los hombres, y su conducta esté regida por el amor.


Elías D. Galati

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