"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 17 de julio de 2016

EL PATIO TRASERO DE LA MENTE

La mente es la potencia intelectual del alma.

Es la inteligencia, el aspecto intelectual de la psique.
La mentalidad es la forma como un individuo aprecia las cosas y también los dotes intelectuales.
La mentalidad general es la actitud de un grupo de individuos que se agrupan, forman comunas o simplemente son multitud, detrás de algo o de alguien.

Hay un aspecto de la mente que es consciente, y otro que es inconsciente, no porque no se conozca o porque no se ejerza de alguna manera, sino porque es un lugar que provoca respuestas automáticas, disparadores a estímulos que no se razonan o actitudes inmediatas que no admiten reflexión.
Pero hay también un aspecto de la mente, que nosotros conocemos, pero que pretendemos no ser responsables de él, o que tratamos de esquivar y mantener oculto, que es el patio trasero de la mente, tomado del término inglés backyard.

Es la parte que menos cuido, que considero  insignificante,  como si fuera donde se esconde la basura o lo que no quiero que se vea o se sepa
Usando una metáfora política es como aquello donde tengo influencia personal pero sin que nadie sepa cual es, y que da rienda suelta a mis  penurias, a mis miserias y escapa al control civilizado, donde puedo pensar, sentir y hacer cualquier cosa sin que nadie me pueda castigar.
Es donde se cuela disimuladamente cualquier cosa por lo general perversa o malévola.

El patio trasero aparece en los momentos de crisis, en las dificultades, en la toma de decisiones que se dilatan y no terminan de encontrarse.
Puede ser un árido desierto, como un jardín, depende de la actitud que el individuo asuma y como lo tome.
En las dificultades se puede recurrir a él como un descanso en el camino, como un parate en la elucubración de soluciones o como un reposo psicológico antes de continuar.
Como se puedo acudir a él a efectos de sacar de allí todas las cosas de las cuales se avergonzaría poner en público, o las que no se quiere que nadie sepa como los secretos más íntimos y mas desdichados.

Que es lo que haga con el patio trasero de mi mente es muy importante en mi relación social y en mi arraigo y encuadre en el contexto de mi comunidad y de la gente que me rodea.
Es como el lado oculto de la mente, en el sentido que uno se lo oculta a si mismo.
Tengo conciencia que está, que estorba o incita, pero no lo quiero ver, y a veces deseo que no esté y otras lo deseo para coquetear o fantasear comportamientos o actitudes que de otro modo no tendría.
Haciendo una metáfora: que se cocina en el patio trasero de la mente, significa que somos capaces de hacer en situaciones límites, complicadas, de gran presión con nuestra mente, a la que aflora lo que hemos ocultado, desechado y hasta negado pero que forma parte de quienes somos.

Hay actitudes en la vida que se toman sin pensar, automáticamente y dependen de cómo uno se haya aprestado para resolverlas.
Si alguien se cae, corro a socorrerlo si tengo una actitud solidaria, o sigo de largo si mi actitud es de indiferencia.
No lo pienso, lo hago, sin ningún razonamiento.
Pero las actitudes que emanan del patio trasero no son asi.
Hay una conductas media, estándar, que cada uno moldea de acuerdo a quien es y como fue enseñado.
En estado anímico de rebeldía, de rabia, de rencor, depresivo, de conflicto o que llegan al límite uno tiende a pensar, porque reacciono así, porque no puedo hacer como otra gente que elabora otra conducta.
Y recurre y fantasea con la parte oculta de su mente, con aquello que a veces lo avergüenza y llega un punto en que ese comportamiento aflora, se pone delante de uno y lo fascina.
Es el momento.
Es la responsabilidad de aceptarlo o rechazarlo.

Si sabemos que no es bueno y seguimos interactuando con él, de a poco nos vamos a convencer que es posible y ahí haremos lo que normalmente no podríamos hacer.
Pero es nuestra responsabilidad.
Estamos cocinando en el patio trasero de nuestra mente, otro comportamiento, que no tiene que ver normalmente con nosotros, que posiblemente sea atávico, visceral, inserto en las profundidades de nuestro cerebro límbico.

¿Qué es lo que nos salva de nosotros mismos? 
Solo la cultura, el cultivo de nuestra mente para elegir lo mejor, lo bueno, lo virtuoso, lo solidario, lo equitativo, lo pacífico, lo que nos lleva a dar amor y esperar recibirlo

Elias Domingo Galati

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