La
resistencia es un ensayo del escritor argentino Ernesto Sabato publicado en
2000.
El
libro se divide en cinco partes y un epílogo, en las cuales se perciben, entre
hechos que aluden a la misma vida del autor, diversos temas de criticismo a la
sociedad moderna, al individualismo, a la pérdida de valores espirituales, y la
necesidad de la comunicación con el otro.
La
obra se enmarca en el carácter de Sabato de escritor existencial.
Primera parte:
Lo pequeño y lo grande
Sabato
expresa una esperanza que llama «demencial» en que siente que se puede vivir
una vida más humanitaria en una sociedad marcada por el individualismo y la
competencia.
Establece
por convicción lo que él llama «valores del espíritu», que son los únicos
remedios que pueden salvar a la humanidad de la soledad y deshumanización en
que ha caído el hombre moderno.
Culpa
a los aparatos virtuales, entiéndase la virtualidad como el progreso de la
informática y el auge de la televisión como fuente preferida de
entretenimiento, que aparta al hombre de su entorno:
Porque
a medida que nos relacionamos de manera abstracta más nos alejamos del corazón
de las cosas y una indiferencia metafísica se adueña de nosotros,
[....]
el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo
que lo rodea siendo, que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del
amor, los gestos supremos de la vida.
Por
esto mismo, según Sabato, el hombre se halla en una profunda soledad
existencial, ya que no tiene comunicación con el otro.
Así,
«la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que
es el otro el que siempre nos salva».
Ahora,
a través de lo virtual, no se da una comunicación afectiva con el otro.
La
idea de la resistencia comienza a aparecer en este ensayo cuando explica que
ésta consiste en no permanecer en actitud pasiva y quejarse del ruido y de lo
que llama «intrusión sensorial»:
El
hombre se está acostumbrando a aceptar pasivamente una constante intrusión
sensorial [....] que termina siendo una servidumbre mental, una verdadera
esclavitud.
Pero
hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no
resignarse.
Segunda parte:
Los antiguos valores
Los
valores espirituales a los que Sabato se refiere son los siguientes que enuncia
en este fragmento:
La
vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como
la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la
adversidad.
Estos
grandes valores espirituales, como la honestidad, el honor, el gusto por las
cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los
hallaba en la mayoría de las personas.
También
considera la solidaridad como el fundamento del comportamiento humano:
La
cima, o como le llama, la «cumbre».
Llega
a afirmar la existencia de Dios como algo necesario:
Cuando
ya no hay un Padre a través del cual sentirnos hermanos, el sacrificio pierde
el fuego del que se nutre.
Si
todo es relativo, ¿encuentra el hombre valor para el sacrificio?
¿Y
sin sacrificio se puede acaso vivir?
Hace
una crítica a la globalización porque quiere crear uniformidad en los seres humanos.
Esta
uniformidad destruye las culturas que se caracterizan por ser diversas unas de
otras.
En
efecto, según el mismo Sabato, la relativización por parte de la cantidad de
culturas y la globalización el ser humano ha perdido «el sentido de los valores».
En
efecto, la importancia de las culturas, de acuerdo con Sabato, es que «el
conocimiento de otras culturas otorga la perspectiva necesaria para mirar desde
otro lugar, para agregar otra dimensión y otra salida a la vida.»
Sobre
la religión, Sabato afirma que el hombre dentro de su crisis existencial ha
vuelto a ella «en busca de Alguien que lo pueda sostener».
También
afirma que el problema está en que «al sobrevalorarse lo racional, fue
desestimado todo aquello que la lógica no lograba explicar».
A
esto se le conoce como secularización.
Ocurre
que, según Sabato escribe, a través de esas manifestaciones religiosas el
hombre indaga en su condición última que es trascendente.
Tercera parte:
Entre el bien y el mal
Sabato
toca el tema de la educación y cómo se ha de educar a cuidar el ambiente y que
fomente la vida comunitaria y la búsqueda del bien común. El hombre mismo es
quien oscila constantemente entre el bien y el mal:
El
hombre, el alma del hombre, está suspendida entre el anhelo del Bien, esa
nostalgia eterna de amor que llevamos, y la inclinación al Mal, que nos seduce
y nos posee, muchas veces sin que ni siquiera nosotros hayamos comprendido el
sufrimiento que nuestros actos pudieron haber provocado en los demás.
Cuarta parte:
Los valores de la comunidad
Sabato
considera en crisis el mundo contemporáneo capitalista, que está basado «en la
idolatría de la técnica y la explotación del hombre».
Argumenta
que se incumbe clamar con el fin de que el gobierno convierta su mando en
caridad y hace una alusión al Contrato social de Rousseau cuando habla del bien
común, no como suma de las voluntades individuales, sino el bien supremo.
Quinta parte: La
resistencia
Lo
primero que plantea es el problema del vértigo en nuestra sociedad, tan afanada
por el trabajo y la técnica.
Esta
velocidad es deshumanizante y dice Sabato que el hombre tiene que vivir con
serenidad:
«La
serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre como
el suceder de las estaciones lo es de las plantas, o del nacimiento de los
niños.»
La
salvación del hombre, dice Sabato, está en el amor: «el ser humano [...]
Sólo se salvará
si pone su vida en riesgo por el otro hombre, por su prójimo, o su vecino, o el
chico abandonado en el frío de la calle.
Un
acto de arrojo como saltar de la casa en llamas no es un hecho racional, pero
no es importante que lo sea, nos salvaremos por los afectos.»
La
resistencia está, por último, en un fragmento del último párrafo que dice:
En
esta tarea lo primordial es negarse.
Defender,
como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice
cuánto de sagrado tiene el hombre.
No
permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad
que podemos gozar:
Una
mesa compartida con gente que queremos, una caminata entre los árboles, la
gratitud de un abrazo.
El
mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria.
Epílogo: La
decisión y la muerte
Profundiza
Sabato en lo efímero de la vida.
Habla
de cómo hay sólo una vida y cada hora y momento es único y no se vuelve a
repetir.
Y
afirma creer que lo principal en cada hombre es cumplir lo que cada cual cree
que es su destino.
De
acuerdo con el destino, se toman las decisiones para ejecutarlo.
Por
otro lado, vuelve a denunciar el fin de esta sociedad; y cómo no es capaz de
producir algo perdurable.
Propone
también como decisión ante la muerte, la apertura a lo nuevo y la confianza en
la vida.
Nos
trata de explicar que las personas tienen que ser libres de hacer lo que
quieran…
No hay comentarios:
Publicar un comentario