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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 21 de septiembre de 2016

LOS ASESINATOS JUDICIALES

José Luis Milia

El Coronel Cayetano Fiorini y el Juez Arturo Liendo Roca tenían 92 y 80 años respectivamente.
Fiorini estaba ciego, su sordera era aguda y pese a haber sido trasplantado, sus funciones renales se hallaban comprometidas.
El juez Liendo Roca padecía una severa cardiopatía.
Ambos eran las víctimas propiciatorias en uno de los tantos circos judiciales que se vienen montando en la República con el cuento de la “lesa humanidad” desde el momento en que el matrimonio Kirchner transó con la izquierda internacional para que, a cambio de los fueros que esta otorga para cometer cualquier tropelía, apriete o robo, el estado argentino montase una maquinaria de venganza a partir de la cual se pudiera asesinar “legalmente” a aquellos que habían osado derrotar militarmente a sus formaciones especiales.

La manera de ejecutar a los presos políticos- aún hoy en la luminosa era de “cambio y transparencia- no ha cambiado nada con respecto a lo que sucedía en pleno kirchnerato.
Al igual que en la década robada los jueces de ejecución les niegan la prisión domiciliaria, a la que tienen derecho por edad o enfermedad, oficialmente acompañados por la amenaza del secretario de derechos humanos que cualquier prisión domiciliaria será revisada por el gobierno y se les niegan, también hoy, los tratamientos específicos que sus enfermedades requieren, solo falta que si un accidente pone a alguno de ellos a la muerte- como fue el caso del General Videla- suceda que los jueces de ejecución miren para otro lado, con el beneplácito del gobierno, y dejen que la agonía y el dolor duren lo que tengan que durar hasta que llegue la muerte.

El Coronel Fiorini y el Juez Liendo Roca murieron ayer mientras eran juzgados.
De nada sirvieron los pedidos de sus defensores, ni los certificados médicos presentados por defensores y familiares.
Los jueces intervinientes decidieron sumar a su cometido de prevaricadores seriales, el perverso conchabo de verdugos y aprovecharon las tensiones y angustias que todo juicio conlleva para matarlos.
Porque a diferencia de otros juicios, quienes juzgaban a Fiorini y a Liendo Roca no eran como en otros casos, simples mangantes que veían en la condena ya acordada que debían imponer- más allá de toda justicia- un recurso de mejora pecuniaria o la fama “jurídica” conseguida a costa de la libertad y la vida de quienes fueron llamados a combatir por la libertad de la República.
En este caso, para mayor vergüenza de la “justicia”, quienes los juzgaban fueron parte, en el momento de los hechos que pretendían juzgar, de las bandas que asaltaron a sangre y fuego a la república y que los hoy procesados vencieron.

Hasta ayer a mediodía Mauricio Macri y sus compinches, Avruj y Garavano, cargaban en su conciencia el asesinato de treinta y seis presos políticos...
Hoy han sumado dos más y han mejorado, para mayor alegría de Carlotto, Bonafini y secuaces varios, la velocidad con que estos eran eliminados durante el kirchnerismo.


Ya no se podrá jactar Cristina Kirchner de que durante su reinado se eliminaba un preso político cada nueve días.
Hoy se ha conseguido mejorar esa marca y se elimina, desde el 10 de diciembre de 2015
un preso político cada 7,5 días.

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